En la frase "Yo creo en dios", la parte más significativa no es "dios", sino "yo creo". A quienes somos ateos los creyentes nos dicen: "bueno, pero en algo debés creer, en la naturaleza, en el hombre, en vos". La respuesta es: no creo, no tengo la estructura de sentido de la fe. Existo, quiero, vivo, siento la vida, mi vida tiene sentido, pero no interviene la "fe". El creyente supone que la estructura de la fe es universal, y ahí es donde más se equivoca.
Otro equívoco tiene lugar cuando un no creyente dice: "yo no creo en nada". Los creyentes piensan: "pobre, qué escepticismo, qué vacío", pero no se dan cuenta que en la frase "yo no creo en nada" no se está diciendo que uno no tiene sentido, sino que el sentido no se expresa con las formas de la creencia.
Alejandro Rozitchner
Pensador contento
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