Yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la impaciencia.
Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad.
Te deseo el gusto por los cometas, por el agua y la vida.
Te deseo la inteligencia y el ingenio.
Te deseo besos como pétalos, caricias como sabanas y andar de pies descalzos.
Te deseo una mente inquieta, un andar despreocupado y un pecho sobresaltado.
Te deseo el latir de los adolescentes, preguntar como los niños,
responder como los sabios.
Te deseo el silencio que clarifica, la sombra a la hora de la siesta y
la estridencia de las luces a la hora de brillar.
Te deseo un paladar sencillo, el hambre de las ilusiones,
las ganas de volver a despertar.
Te deseo la compañía de la música, la gracia de los amigos,
la calidez de la familia.
Te deseo la sal y la azúcar, que puedas sazonar a tu medida.
Te deseo la risa contagiada, la memoria fotográfica,
el viajar sentado en cualquier silla común.
Te deseo el azar a tu favor, los astros complaciendo tu humor, el futuro bienaventurado.
Te deseo la complicidad de tus enemigos, los oídos bien abiertos, y las manos extendidas.
Te deseo la posibilidad de concretar tus buenos deseos, y la grandeza de desplazar los ratos amargos.
Te deseo la perspectiva, la sensatez y la franqueza.
Te deseo una mirada curiosa, una nariz con memoria, una boca que sonría y maldiga con precisión divina, unas piernas que nunca envejezcan,
un llanto que te devuelva la entereza.
Te deseo el sentido del tiempo que tienen las estrellas, el temple de las hormigas, la duda de los templos.
Te deseo fe en los augurios, en la voz de la gente, en la boca de los aventureros, en la paz de los hombres que olvidan su destino, en la fuerza de tus recuerdosy en el futuro como promesa donde cabe todo lo que aún no te sucede…”