Tantas veces me había bastado asomarme,
viniendo por la rue de Seine,
al arco que da al Quai de Conti,
y apenas la luz de ceniza
y olivo que flota sobre el río
me dejaba distinguir las formas,
ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts,
a veces andando de un lado a otro,
a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.
Y era tan natural cruzar la calle,
subir los peldaños del puente,
entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa,
convencida como yo
de que un encuentro casual
era lo menos casual en nuestras vidas,
y que la gente que se da citas precisas
es la misma que necesita papel rayado para escribirse
o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
Fotos de Damien Vassart
viniendo por la rue de Seine,
al arco que da al Quai de Conti,
y apenas la luz de ceniza
y olivo que flota sobre el río
me dejaba distinguir las formas,
ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts,
a veces andando de un lado a otro,
a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.
Y era tan natural cruzar la calle,
subir los peldaños del puente,
entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa,
convencida como yo
de que un encuentro casual
era lo menos casual en nuestras vidas,
y que la gente que se da citas precisas
es la misma que necesita papel rayado para escribirse
o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
Fotos de Damien Vassart
Texto de Julio Cortazar