La primera es: elegir a un par. No es honoroso aprovechar el talento o el prestigio de alguien mejor que uno. Y también es penoso detenerse cada tres pasos para esperar a un insolvente.
La segunda es también la última: es conveniente, antes de escribir con alguien, practicar la amistad, compartir aventuras y desventuras durante algunos años, cultivar el afecto y la compasión, generar el respeto y la comprensión tolerante. Después, recién entonces, uno podrá decir que está listo para empezar la obra.
Pero la obra ya estará terminada.
Alejandro Dolina