Este post se lo robe a Dieguez, y con su permiso o sin el, tomo la idea como propia.
Hay cosas que controlo y hay cosas que no. Hasta hace unos días, trataba de controlar las cosas que no controlaba, y dejaba las otras libradas al azar, tranquilo porque en todo caso podría controlarlas cuando quisiera. El resultado: me era imposible controlar las cosas incontrolables, y las que hubiera podido controlar, como no las controlaba, se me descontrolaban. Entonces tuve un momento de revelación divina en forma de vino tinto y salsa blanca, y ahora opté por dedicarme a controlar lo controlable, y dejar lo incontrolable librado al azar. Al menos así tendré media vida bajo control.
En unos días les cuento