…yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo
sombrero en mano, y en los estadios suplico: “Una linda jugadita, por el amor
de Dios”. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me
importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece.