
En la tribuna estaban los más importantes dirigentes de la Revolución y algunos invitados extranjeros, como Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre. Fidel Castro pronunciaba un vehemente discurso y Korda recorría la tribuna con un lente de 90mm montado en su vieja Leica.
En la segunda fila de la presidencia, el Che Guevara seguía el acto con el abrigo cerrado, el pelo desordenado y la boina negra con la estrella dorada de comandante rebelde.
“Cuando de pronto aparece desde atrás la figura legendaria del Che ante mi cámara. La expresión de sus ojos fue tan fuerte que me turba unos instantes, me muevo, me tambaleo, pero inmediatamente oprimo el obturador y tomo dos fotos. Acto seguido la figura desaparece de nuevo por el fondo. No fue concebida, fue intuida”, relató Korda años después.
“Guerrillero heroico”, título que le dio Korda a la foto, se convirtió en la imagen más reproducida del planeta, y la crítica la considera una de las cien mejores piezas de la historia de la fotografía, y entre los diez mejores retratos.
